MNoro



El Kinomichi de Sensei Masamichi Noro



Escrito por Georges Charles.

Articulo publicado en la Revista TAO YIN.
Salud, Artes de Vida y Tradiciones de Asia.
Jun-Jul 1997, Francia.

Traducción al español: Nora Alvarado Colle





Me encuentro frente a un gran portón y a punto de tocar el timbre en un boulevard de intenso tránsito en una colonia popular de Paris, situada entre la "Gare de I'Est" y el "Chateau d'Eau".

De pronto aparecen dos jóvenes, uno de los cuales se dirige amablemente a mí y me dice: "no hace falta tocar, la puerta está abierta." Sonrientes, se precipitan al interior de un largo corredor cubierto de plantas y penetran en el recinto de una antigua casona burguesa enclavada entre varios edificios. El más joven mantiene la puerta abierta para que yo pase, mientras que el otro va a saludar a su padre. Reconozco al Maestro Noro, quien les dirige algunas palabras, luego avanza hacia mí, sonriente y me tiende la mano.

"Sr. Charles, lo estaba esperando. ¿Cómo le va a nuestro amigo, el Sr. Balta?" La última vez que escuché esta frase, que se había vuelto casi ritual entre nosotros, hacía nada menos que 15 años, durante la inauguración de su tercer Dojo.1 Desde entonces no nos habíamos visto.

Hace más de treinta años que Dominique Balta me lo había presentado, en su primer Dojo de la calle Constance. El Maestro Noro es un hombre con una gran memoria... De hecho, él ha cambiado muy poco. Esta vestido a la occidental, muy clásico. Sólo una bufanda en tonos pastel, artísticamente desaliñada, que sustituye la corbata, refuerza una impresión de soltura casi informal en él.

Me invita a pasar a su oficina y me ofrece un té. Ya está sentado. Lo que siempre me ha impresionado del Maestro Noro es su facultad para hacer desaparecer, como por encanto, los tiempos muertos o intermedios. El no se sienta, ya está sentado.' no se levanta sino que ya está de pie: no se desplaza, está ahí, presente.

Por el momento sus manos descansan bien extendidas, inmóviles, lo cual es inusual. Me observa. Una mirada. Un momento de impasibilidad y serenidad. Justo antes de que ese fugaz momento se vuelva incómodo, sus manos se levantan, se separan y se abren en un gesto simultáneamente acogedor y resignado del cual sólo él tiene el secreto. Me desarma con su sonrisa y concluye: "Es difícil de escribir y describir el Movimiento de Vida, ¿no?" Esta frase, aparentemente anodina se dirige a mí - ¿se trata de escribirlo o de describirlo?

De hecho, su pregunta, que no lo es puesto que no conlleva ninguna respuesta posible, se dirige tanto al uno como al otro. Es una afirmación vuelta perene dada la negación final. Es una espiral.

Casi había olvidado el estilo de Noro... A pesar de su famoso acento japonés, el mismo desde hace 30 años, y su sintaxis tan particular, japonesa también, tiene un dominio indudable del francés.

1Dojo (vocablo japonés con el que se denomina el lugar donde se práctica La Vía, el Camino)


La Sonrisa del Tigre

La enseñanza oral del Maestro Noro es un modelo dentro de su género. Al principio uno se sorprende, después uno se acostumbra. Rápidamente se convierte en una especie de esperanto que envuelve la práctica, la complementa y la aclara. El verbo precede, acompaña o sigue al movimiento, naturalmente. Hace juegos de palabras, juega con las palabras, los sonidos y el ritmo. Las desestructura y reconstruye a voluntad. El verbo engendra el movimiento, el movimiento le da sostén al verbo.

Gracias a este recurso, durante las clases genera imágenes psíquicas y corporales de una extraña intensidad. Juega simultáneamente el papel de productor, realizador, actor, espectador, emisor y receptor... Posee el talento poco común de afirmar casi con ligereza, cuestiones esencialmente serias con un sentido del humor muy sutil.

Nada ni nadie se le escapa o le pasa desapercibido. Cuando parece dirigirse a todo el grupo, con frecuencia su comentario está destinado específicamente a una persona en particular. En cambio, cuando le da un consejo a alguien, por lo general se trata de una observación válida para todo el grupo. Su movimiento, tanto como su palabra, son de una precisión extrema y evidente... nadie como él para demostrar un error, amplificarlo o hacer una parodia desmesurada y con sentido del humor, o para encontrar la palabra precisa, quirúrgica, que logra penetrar. Pero eso sí, siempre desde una cuidadosa observación de las reglas de etiqueta y de la cortesía japonesas, es decir, siempre con la Sonrisa del Tigre.

S. Noro: "Cuando llegué a Francia, con el Aikido, era muy, muy fuerte. Me caracterizaba un espíritu conquistador . Y era muy infeliz. Hoy en día, con mi mujer, mis seis hijos y el Kinomichi soy muy feliz. Antes consideraba a los practicantes como alumnos o discípu-los... ahora se han vuelto para mi compañeros que emprenden el mismo Camino que yo y que construyen el Kinomichi conmigo. Tenemos la mirada puesta en la misma dirección. Por consiguiente, mi noción de lo que es un Maestro ya tampoco es la misma... En otros tiempos el Maestro experimentaba con los alumnos e incluso sobre ellos. Actualmente prefiero compartir, dar y recibir. Cuando uno no da mucho, no recibe nada. El Kinomichi, por un lado es una forma de cultura que hay que cultivar y desarrollar, y por el otro un alimento, una nutrición que hay que compartir.

G.Ch.: "¿Mucha gente piensa que existe un problema entre et Aikido y el Kinomichi?."

M. Noro: "No existe ningún problema al respecto. Cuando fui a Japón hace 2 años, Waka Sensei Kishomaru Ueshiba, el hijo de O Sensei, fundador del Aikido, se sentó junto a mí y me dijo: "Noro Sensei, tu Camino es atinado, justo, certero." "Así que el Centro Mundial del Aikido me reconoció oficialmente como fundador del Kinomichi". "El Kinomichi no es Aikido, pero O Sensei Morihei Ueshiba está siempre presente en mi corazón. Siempre presente. ¿Cómo podría ser de otro modo?"

Siguen diversas preguntas sobre el Maestro Ueshiba, los inicios del Aikido, los problemas con los que se ha topado el Maestro Noro, el Kinomichi, su práctica y sus enseñanzas, sobre el porvenir... Discretamente se asoma Madame Noro para recordarle a su marido que son casi las 17:00 hrs. La entrevista ha durado 2 hrs... Dejo al Maestro Noro y le doy las gracias. En lo que me pongo los zapatos y llego a la recepción, él ya está ahí presente, vestido a la usanza tradicional japonesa con su característico Hakama blanco.

Pasa y se escucha un ligero deslizamiento sedoso de pies sobre el tatami. Las paredes del Dojo son claras y el espacio está despejado. Tan sólo lo viste una caligrafía y un arreglo floral. Los practicantes, de los cuales algunos llevan el hakama, ya están practicando. Otros esperan en posición de seiza, arrodillados. Se respira un ambiente de atención quieta y apacible. De pie, con mis zapatos y mi portafolios, me siento demasiado occidental. Me despido rápidamente y desaparezco... Afuera hay un embotellamiento en el Boulevard de Strasbourg que me resulta más ruidoso que nunca...


Kinomichi, un "anti-arte marcial"

Masamichi Noro nace el 21 de enero de 1935 en Aomori en el norte de Japón, en el seno de una familia acomodada. Su padre era un hombre de negocios y su madre provenía del noble clan Nozawa, del cual él conserva las armas y el escudo familiar. Con el tiempo, éste se convertirá en el emblema del Kinomichi. Siendo niño contrajo una enfermedad que debilitó su constitución. De naturaleza sumamente inteligente, con gran curiosidad por todo y dotado de un temperamento voluntarioso, logra superar este obstáculo gracias a la natación y a una práctica asidua de Judo, en la que sobresale gracias a su excelente disposición y a un espíritu combativo un tanto excepcional. A los 14 años, sus padres deciden enviarlo a estudiar a Tokio. En el liceo, continúa practican-do el Judo. Más adelante emprende sus estudios universitarios, sin encontrar realmente su vocación. Pasa por la facultad de economía, de medicina, de filosofía, de arquitectu-ra, de música, de ciencias políticas... sin encontrar su camino!... Todo lo seduce y luego lo decepciona. Este talentoso estudiante se convierte en cierto modo, en el dolor de cabeza de sus maestros quienes no logran motivarlo.


Maestro y Discípulo

En abril de 1955, siempre en búsqueda de ese ideal huidizo, conoce al Maestro Morihei Ueshiba, fundador del Aikido. Inmediatamente se siente seducido, tanto por la persona-lidad del Maestro como por su técnica marcial, que le parece infalible. El turbulento Masamichi Noro encuentra en el Aikido el camino para ejercitar sus talentos y para canalizar y desfogar todas sus energías sin tenerse que contener.

El Maestro Ueshiba detecta rápidamente estas cualidades en el joven Noro, y decide aceptarlo como alumno interno pensionario (Uchi Deshi). En aquella época, además del horario completo de los cursos, ello consistía en ocuparse personalmente de otras muchas actividades y tareas acostumbradas en la vida cotidiana de un Dojo tradicional. Es decir, había que hacerse cargo de las habitaciones del Maestro, ocuparse de la intendencia y con frecuencia de una cierta explotación agrícola.

Había que asegurar el orden interno de las cosas y su buen funcionamiento, lo cual en Japón realmente significa algo!... En particular, había que calentar el agua para el baño tradicional O Furo, considerado como una purificación ritual; encargarse de los Bonsai y del jardín, y ante todo, había que estar presente y disponible a todo momento!.

Para sus contemporáneos, el Maestro Ueshiba era un hombre extraño.Vivía, que poco le faltaba como un verdadero Samurai de antaño. Había estudiado diversas Artes del Budo y había recibido las más altas condecoraciones y grados en esas prácticas. Era experto en el Arte del Sable:, de la Lanza; de la Espada de Combate; de la Bayoneta, del Bastón largo, de la Caña o Jo y del Abanico de Hierro. Era reconocido como Maestro en diversas escuelas de Jujutsu y de Aiki Jutsu. Había sido alumno directo del famoso Takeda Sogaku, del Daito- ryu, personaje de mucho colorido. bastante temerario, sobre quien corrían múltiples leyendas.

Por demás, el Maestro Ueshiba, quien era un gran místico, era seguidor de una religión cercana al Shintoismo y al Taoismo, la Omoto Kyu, fundada por el Maestro Degushi. El maestro Ueshiba lo había acompañado a Manchuria para intentar restituirle su trono al Emperador de China... expedición que culminó catastróficamente para ellos pues acabaron esposados de manos y pies... sin embargo ésto le permitió al Maestro Ueshiba conocer a otros renombrados maestros chinos de las Artes Internas y practicar con ellos. Habría sido impensable que un apasionado del Budo como lo era Ueshiba, no hubiese aprovechado la oportunidad para buscar a sus homólogos, conocerlos y extraer de estos encuentros las más valiosas enseñanzas.

Masamichi Noro estudió el Aikido par más de 6 años con el Maestro Ueshiba, sin despegarse de él, tanto en su Dojo de Tokio como en su propiedad privada en Iwama. Quedará marcado para siempre por las enseñanzas técnicas del Maestro Ueshiba y por su práctica mística de unión y de armonía con la naturaleza y el universo.


Masamichi Noro en Francia

A principios de los 60's, Masamichi Noro, quien recién obtuviera el 6to Dan, era ya considerado prácticamente como el hijo espiritual de O Sensei Morihei Ueshiba. Probablemente su principal defecto seguía siendo su turbulencia y una energía desbordante que él descargaba a través de múltiples excesos. Siempre estaba listo para demostrar la superioridad del Aikido frente a cualquier otro método. Hasta con aquellos de sus condiscípulos, a quienes consideraba demasiado tibios, tuvo fricciones... por demás, a Masamichi Noro le costaba mucho soportar la cerrazón de la sociedad japonesa.

Un buen día, el Maestro Ueshiba decide enviarlo a Europa, en particular a Francia, para que ejerciera sus dones. Lo nombra delegado para Europa y áfrica del Centro Mundial del Aikido (Aiki Kai ). Encargado con esta nueva función, desembarca en el puerto de Marsella el 3 de septiembre de 1961. Al parecer, en el Aiki Kai se habían olvidado de ponerlo al tanto del estado en el que se encontraba el Aikido en Francia, el cual distaba mucho de ser lo que él esperaba...

De hecho existían lo que podríamos llamar por eufemismo, "diversas tendencias". Su predecesor, Tadashi Abe, un técnico formidable y un combatiente sin igual, era un pésimo estratega, por lo que se había ganado fuertes enemistades. Su principio de "la eficacidad ante todo", probablemente había desanimado a muchos de los instructores, quienes buscaban la armonía más que los golpes y los moretones!

Otro Maestro que había tenido gran influencia durante su paso por Francia, fue el famoso Minoru Mochizuki, antiguo Judoka de muy alto grado del Kodokan, quien también había estudiado bajo la tutela del Maestro Ueshiba, antes de la guerra, y que practicaba un Aikido muy marcial, casi cuadrado. Gran experto en Karate-do, en laido (Sable) y en otras muchas disciplinas como el Bastón corto, la Bayoneta y la Daga (Tanto Jutsu), había formado a varios expertos de primer nivel, tanto en Japón como en Francia, como el famoso Jim Alcheik, quien ejercía una fuerte influencia en el ambiente policiaco, en donde sus cursos eran muy apreciados.

Por último había otro Maestro, Andre Noquet, antiguo luchador y prestigiado Judoka francés, quien también había estudiado el Aikido bajo la dirección del Maestro Ueshiba, y quien por esta razón estaba persuadido, no sin cierta justeza, de que le correspondía representar el Aikido en Francia.

Así que la presencia del joven Noro como nuevo delegado oficial no fue realmente bienvenida, aunque fuera 6to Dan. No obstante, ésto no le impidió a Masamichi Noro multiplicar el número de talleres y demostraciones que daba por toda Francia, Alema-nia, Bélgica, Italia e inclusive áfrica. En cinco años y medio, logró establecer más de 200 Dojos en doce países.

En 1963 recibe a Mutsuro Nakazono y en 1964 a Nobuyoshi Tamura, venidos del Aiki Kai para ayudarlo a desarrollar el Aikido en Europa. Los próximos en llegar fueron Arimoto Murashige, experto en Aikido y en Iaido, el temible Maestro Tada, quien se hizo cargo de Italia y el joven Maestro Katsuaki Asai, al cual considera hasta el presente como un hermano, quien se instaló en Alemania.

Como siempre Masamichi Noro se entrega a fondo y no para, viaja constantemente de un lado a otro impartiendo sus cursos hasta que el 4 de Mayo de 1966, a las 4 de Ia madrugada, de regreso de un taller en San Remo, sufre un terrible accidente automovi-lístico. Escapa milagrosamente de la muerte, pero queda físicamente lisiado con. un brazo paralizado, por lo que se ve obligado a renunciar a sus múltiples funciones.


La Génesis del Kinomichi

En cuanto se restablece decide instalarse de lleno en Paris. En febrero de 1967 crea el Dojo de la calle Constance, donde sigue enseñando el Aikido. Sin embargo, dadas las secuelas de su accidente, va adaptando el Aikido a sus necesidades y a un estilo ya de por sí muy personal. Para aquellos que lo conocían, a partir de entonces se evidencia una ruptura entre lo que fueran sus extraordinarias capacidades marciales, las cuales logra mantener a costa de un gran esfuerzo, y su deseo de encontrar y experimentar otra cosa.

Aunque es bastante desconfiado, su discapacidad lo obliga a dejarse manipular corporalmente, lo que lo lleva a descubrir diversos métodos corporales y terapéuticos occidentales como son: el método de Elsa Gindler, la Eutonía de Gerda Alexander y el método Mezières. Este último le es introducido gracias a Marie Therèse Foix y Gisele de Noiret, quienes practicaban el Aikido bajo su conducción. Poco a poco, ellas lo inician en estas aproximaciones al cuerpo y a la energía tan distintas a lo que él estaba acostumbrado. Aunque permanece fiel a sus orígenes japoneses, se da cuenta de que el occidente posee también recursos útiles para el descubrimiento del cuerpo y del movimiento... lo cual lo lleva naturalmente a interesarse en las tradiciones occidentales y en su simbolismo.

Por supuesto que sigue enseñando el Aikido y promoviéndolo a través de múltiples demostraciones públicas excepcionales, las cuales son consideradas todo un acontecimiento que causa sensación.

No obstante, vuelve a surgir en él esa necesidad de búsqueda y de eclecticismo que tantos problemas le causara durante su época universitaria... Al cabo de muy diversos encuentros con personajes de la talla de Taisen Deshimaru, Itsuo Tsuda, Karlfried Graf Dürkheim, quien se convertiría en un gran amigo, se va forjando una nueva visión y un nuevo enfoque sobre la práctica corporal. Asímismo descubre en sí mismo, nuevas motivaciones filosóficas y estéticas, las cuales contagia y transmite a muchos de sus alumnos.

En 1972 abre su nuevo Dojo en la calle de Petits Hotels, con el cual inmediatamente tiene éxito. Esto le crea algunas enemistades y envidias, y como consecuencia surgen algunas complicaciones con las autoridades, supuestamente "competentes"... se le acusa de enseñar un Aikido muy personal y sorprende el contenido filosófico de sus cursos, el cual ya no se ciñe a la versión oficial autorizada por la Federación Francesa de Aikido, y reconocida por el Ministerio de Educación en Francia.

En 1975, después de un protocolo de acuerdos alcanzados con grandes dificultades con la Federación y las autoridades competentes, Masamichi Noro logra que le sea expedido por fin un diploma equivalente al famoso "Diploma de Estado", requerido en Francia para poder enseñar, para él y 29 de sus instructores.

Entretanto, Masamichi Noro ya ha tenido la oportunidad de apreciar en su propio cuerpo los beneficios y los resultados del método creado por Françoise Mezières, el cual es una forma específica para re-equilibrar corporalmente mediante la kinesiterapia. Más adelante conoció a Madame Ehrenfried, discípula de Elsa Gindler, la cual seguiría impartiendo sus cursos durante años, casi hasta su desaparición, en el Instituto Noro. Es así como la práctica y la enseñanza del Aikido van siendo profundamente influenciados por estos métodos. Evidentemente este giro dio pie a las más diversas interpretaciones tanto entre sus alumnos como por parte de sus colegas. En 1979 Masamichi Noro decide cortar de tajo con toda esta polémica y registrar su enseñanza con el nombre de Kinomichi


Del Aikido al "Anti-arte Marcial"

El 21 de marzo de 1980, Masamichi Noro decide presentar su Arte en la Sala Pleyel (conocida sala de espectáculos en Paris). La sala está repleta, archi-repleta. El Maestro comienza por despedirse del Aikido: la primera parte de la demostración es un festival impresionante de este Arte al más alto nivel, que no deja lugar a dudas sobre sus capacidades en ese ámbito. Es todo un éxito.

La segunda parte está dedicada al recientemente creado Kinomichi, al que presenta como un Anti-Arte Marcial. La reacción del público, compuesto en su mayoría por instructores y practicantes de Aikido, se ve bastante mitigada... es otra cosa y muchos están sorprendidos, por decir lo menos. Hay estiramientos, extensiones, círculos, espirales, prácticas con un compañero sin que haya la menor proyección hasta el piso, acercamientos y separaciones, movimientos lentos que de pronto se detienen en una imagen estática, aceleraciones progresivas perfectamente medidas, y todo ocurre dentro de un ambiente un tanto extraño e irreal, al mismo tiempo muy libre y muy concentrado... Muchas mujeres, algunos niños, es otro universo. Luego nada... las luces se apagan. Se acabó.

La mayor parte de los espectadores permanecen sentados, esperando algo, no se sabe qué? Se escucha un murmullo, luego surgen los aplausos entusiastas aquí y allá, retomados como por cortesía. A la salida reina la confusión. Las opiniones están divididas: "No entiendo... ésto ya no es Aikido, ya no es el Maestro Noro!" "Pero, quién se cree que es?... " "Si el Maestro Ueshiba viera esto... !" "Tal vez estaría sorprendido, pero quizás le habría gustado..." "El Arte Marcial se ha vuelto un deporte, Noro tiene razón" "Pero esa no es razón para transformar el Aikido en una danza... " "No es una danza, sino una expresión corporal nueva... " "Pues sí, pero entonces no se debería vestir a la usanza japonesa "

Una mujer pequeña, de cierta edad concluye: "Yo nunca me hubiera atrevido a practicar un arte marcial, es demasiado violento... pero creo que ahora sí lo voy a intentar". Dos fortachones que van pasando sonríen al escuchar esto y con ademán resignado levantan los hombros un tanto molestos y exclaman: "Vamos a extrañar a Noro... pero creo que habrá que encontrarse otro Maestro, porque lo que es que yo no me veo practicando con esta dama o sentado a su lado en el Tatami ... !!!"

Noro no se aparece en el escenario. Permanece invisible. Después de este destello en público los cursos recomienzan: algunos de los antiguos practicantes desaparecen, mientras que otros nuevos se inscriben. Algunos nunca han oído hablar del Aikido, vienen por el Kinomichi.

En 1983 Noro decide trasladar el Dojo de la calle de Petits Hotels a la calle de Logelbach, desde donde crea oficialmente el Centro Masamichi Noro. En cierto modo es la ruptura final del cordón umbilical con el Aikido. Registra legalmente el término Kinomichi y el escudo de su familia como el símbolo de su escuela.


El Kinomichi hoy en día

Desde 1991 el Centro lnternacional Noro-Kinomichi se instaló en el Dojo de la Fontaine en el Boulevard de Strasbourg, en el décimo cuadrante de Paris. Se ha implantado ya en varios países de Europa y está presente en muchas ciudades de Francia.

Actualmente cuenta con varios miles de practicantes, que se benefician de la enseñan-za profesional impartida por instructores formados por el Maestro Noro en el Centro Internacional.

Pero, ¿qué es el Kinomichi?

Su fundador lo define asi: "Michi es otra lectura, antigua y clásica, en japones, del caracter chino que designa el Tao... el Camino o Sendero. La transcripción japonesa de este caracter es Do, tal como lo encontramos en los vocablos Judo, Aikido, Kendo todos ellos de origen únicamente japonés. El ideograma Michi amplía esta noción original y nos remite a la filosofía Taoista y la universaliza. El ideograma "Ki" es simultáneamente principio creador, energía cósmica y aliento vital.

El vocablo "Kinomichi", término que puede ser traducido como "Aliento del Tao" o "la Vía del Ki", representa la circulación de la energía entre el Cielo y la Tierra. EI Cielo le da la energía (Ki en japonés, Qi o Chi en chino) a la Tierra. La Tierra recibe esta energía y a su vez se la devuelve al Cielo. El Ser Humano, situado entre la Tierra y el Cielo, es el intermediario ideal para este intercambio entre el dar y el recibir. El objetivo del Kinomichi, a través del movimiento, es el de armonizar y unificar estas energías facilitando la relación Tierra / Cielo.

Esto se cultiva por medio de actitudes, posturas, movimientos y acciones que alcanzan su realización plena a través de la práctica con un compañero(a). El contacto con el compañero(a) es esencial, por lo que privilegiamos ese contacto partiendo del principio de apertura. Gracias al soporte que proviene de la Tierra nos podemos elevar hacia el Cielo e interactuar mejor con el otro ser humano, manteniendo un equilibrio dinámico. Esta armonía se vuelve naturalmente creativa. Entonces el centro está en todas partes.

"El Kinomichi es el resultado de una historia personal, aunada a una búsqueda por establecer un puente entre Oriente y Occidente. En Japón, país regido por la moral, esta aportación personal probablemente habría sido aceptada como parte de la tradición, pues no hay antagonismo entre esta enseñanza y el Aikido."

"En cambio en Francia, país regido por la jurisdicción, ésto fue mucho más difícil de aceptar. Por lo tanto hubo que diferenciar el Kinomichi del Aikido. Pero a nivel personal, la práctica con O Sensei Morihei Ueshiba me nutrió profundamente. Así que cómo podría olvidarme de aquello o de aquel que me nutrió? O Sensei sigue presente, ahora más que nunca, sobre todo siendo que mi práctica y mis enseñanzas se han beneficia-do con las diversas aportaciones y experiencias que provienen de Occidente y de sus tradiciones. "

"Cuando uno entra al recinto de la Catedral de Notre Dame en Paris, inmediatamente surge una atracción espontánea de la mirada hacia arriba, hacia el Cielo. Esta fuerza de elevación es universal. Es el Ki Universal y es común a todos los seres humanos. Acostumbro decir que el Kinomichi es una Utopía, porque intenta evitar los antagonis-mos, las oposiciones.

¿Por qué o para qué oponer a Oriente con Occidente? ¿Para qué oponer una tradición con otra, enfrentar un tipo de enseñanza con otra? Este antagonismo, estas oposicio-nes engendran bloqueos energéticos, psíquicos y físicos y aumentan los desequilibrios. ¿Para qué queremos seguir repitiendo y reproduciendo estos desequilibrios?

Al promover un intercambio entre la Tierra y el Cielo, entre el Oriente y el Occidente, el Kinomichi tiene por objetivo el reducir esta oposición, este antagonismo y recuperar así el equilibrio, es decir, la armonía de la Paz Universal."